EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820)

C) EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820).
     -EL REGRESO DE FERNANDO VII. El 13 de marzo abandonó Valençay. El 19 llegaba a Perpiñán y el mariscal Suchet lo protege hasta que lo entrega al general español Francisco Copons, capitán general de Cataluña y sin pasar por Barcelona ocupada por tropas francesas llegó a Reus de allí desobedeciendo a la Regencia se dirigió a Zaragoza (6 de abril) para después ir a Valencia (16 de abril).donde lo recibió el cardenal Luis de Borbón arzobispo de Toledo y presidente de la Regencia que le entregó un ejemplar de la Constitución "para que examinándola pudiese jurarla con voluntad cumplida"; sin embargo los absolutistas, entre los que se encontraba el general Elío,  crearon un ambiente favorable a que Fernando no jurase la constitución tal como estipulaba el decreto de las Cortes del 2 de febrero. En este ambiente se produjo el "asunto Luis Audinot" en que este personaje que decía ser un general francés con órdenes de Napoleón para implantar en España una "república iberiana"  -su nombre real era Jean Barteau-, sirvió para difamar a los constitucionales y desprestigiar a Argüelles considerado el cerebro de los liberales. Y en este ambiente se entregó al rey un Manifiesto firmado en Madrid el 12 de abril de 1814 por 69 diputados absolutistas que encabezaba Bernardo Mozo de Rosales. Este escrito conocido como "Manifiesto de los Persas" porque los primeros renglones decían: "Era costumbre en los antiguos Persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor". El escrito era una encendida defensa de la trayectoria de Fernando VII y una crítica artículo por artículo de la Constitución de 1812 y su obra legislativa. La redacción se atribuye a Pedro Gómez Labrador y los exregentes Juan Pérez Villamil y Miguel de Lardizábal e hizo de amanuense Antonio Moreno.
    -EL MANIFIESTO  DEL 4 DE MAYO o DECRETO DE VALENCIA, resaltaba el sacrificio personal de Fernando VII desde su viaje a Bayona y negaba la legitimidad de las Cortes de Cádiz y la Constitución; era la primera vez que el rey anunciaba que no juraría la Constitución e iba más allá al declararla nula y sin ningún valor ni efecto, al igual que los decretos de Cortes, "como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo". Declaraba su intención de convocar Cortes estamentales una vez que se restableciese "el orden y los buenos usos en que ha vivido la nación" y aquellos que defendiesen la Constitución y la obra de las Cortes de Cádiz serían declarados "reos de lesa majestad y como a tal se les impondrá la pena de la vida". Y en su deseo de llegar a Madrid con todas las seguridades decretó que el general Francisco Eguía, absolutista convencido fuese el capitán general de Castilla la Nueva y gobernador de Madrid. Eguía ejecutó el golpe de estado en dos fases: el 10 de mayo ocupó la sede de las Cortes y se detuvo en número de trinta y ocho  a los liberales más conspicuos (Argüelles, Toreno, Ciscar, Villacampa, Muñoz Torrero, Canga, López Cepero,  etc.) y en una segunda fase el 11 de mayo se dio publicidad al Manifiesto del 4 de mayo y se anunció la disolución de las Cortes. Hubo también un levantamiento popular  al grito de "mueran los liberales". El 13 de mayo entró Fernando VII en Madrid y se rompieron los rótulos en los que aparecía la palabra constitución.
     -LA PRÁCTICA DEL ABSOLUTISMO. La eliminación de los liberales y de los afrancesados del espacio público fue desde el primer momento cuestión prioritaria para Fernando VII, se los emprisionó, desterró o se les impusó una multa pecuniaria.  En el tema religioso, siguiendo la doctrina de la unión del altar y el trono, Restableció (Decreto de 21 de julio de 1814)  el Consejo de Inquisición y los demás tribunales del Santo Oficio para mantener la religión católica y "preservar a mis súbditos de disensiones internas" y se nombró inquisidor general al obispo de Almería, Mier y Campillo (1814-1818) que persiguió además de la heterodoxia, la masonería refugio de liberales. Por decreto de 20 de mayo restituyó a las órdenes religiosas sus conventos y pertenencias y el 31 de agosto señaló el procedimiento para devolver los bienes declarados nacionales por el régimen de José I. Los jesuitas por decreto de 29 de mayo de 1815 se les permitió la vuelta. Se recordó a los padres la necesidad de que sus hijos aprendiesen el catecismo (Decreto de 9 de octubre de 1814). Se restauró el impuesto del llamado "Voto de Santiago".
         El primer gobierno que nombró estaba compuesto por: Duque de San Carlos, ministro de Estado; Pedro Macanaz, Gracia y Justicia; general Freyre en Guerra y pronto fue sustituido por el general Francisco Eguía; Luis Mª Salazar en Marina;Cristóbal Góngora en Hacienda y para Ultramar que cambió la denominación por Universal de Indias recurrió a Miguel de Lardizábal. En estos seis años nombró y destituyó una treintena de ministros pero solo unos pocos duraron algo más de dos años, es el caso de Cevallos, Salazar, Martín de Garay, Lozano deTorres, Vázquez de Figueroa,García de León Pizarro, la mayoría no llegó a los doce meses; esta inestabilidad no favoreció la resolución de los graves problemas que acuciaban a país.
    - LACAMARILLA. Con este término se designa al grupo de íntimos del rey reunido  habitualmente en la antesala de la cámara real donde se iniciaban y fraguaban los proyectos o resoluciones que en forma de leyes se dictaban para el gobierno de la monarquía. No conocemos mucho de ella ni de  sus componentes pero eran habituales, Ostolaza, Escoiquiz, el nuncio Gravina, el duque de Alagón (Francisco Fernández de Córdoba y Glymes), Antonio Ugarte, Pedro Collado (Chamorro), Domingo Ramírez de Arellano, Lozano de Torres, Eguía y el embajador ruso Tatischev, a ellos se unía esporádicamente el criado Isidro Montenegro,  Cecilio Corpas, Fermín Artieda y Antonio Moreno. Todos funcionaban con secretismo y como un grupo de presión  basado en la intriga y la adulación al rey.
     -LOS PRONUNCIAMIENTOS. La oposición liberal excluida y perseguida tuvo que encauzar su acción por los caminos de la conspiración (masonería) y el pronunciamiento. Con esa denominación se indica una modalidad de acción política cuyas características principales son el ser obra de una minoría con  acciones aisladas, tienen una motivación ideológica generalmente de los liberales contra el absolutismo,  son muy frágiles y cualquier contratiempo hace que fracasen y reflejan el carácter de una época en la que prevalece el ideal romántico. El mecanismo consiste en que uno o varios militares hace una proclama política contando con el apoyo de un grupo económico, social o político. Los principales pronunciamientos fueron los de Espoz y Mina en Pamplona en 1814, en 1815 Porlier se levanta en La Coruña, en 1816 en Madrid se descubre la Conspiración del Triángulo y la de El Palmar, en 1817 Lacy se levanta en Barcelona y en 1820 Riego se pronuncia en Las Cabezas de San Juan con el  ejército dispuesto para ir a sofocar el levantamiento de las colonias americana y triunfa iniciando el Trienio Liberal.
     -LA SITUACIÓN POSTBÉLICA. Fernando VII no tuvo otra directriz que mantenerse en el poder a toda costa basándose en el oportunismo lo que no favoreció la solución a los males de España qu presentaba serios problemas. En política exterior el proceso de emancipación de las colonias asmericanas y la integración en la nueva Europa, la de la Restauración. A nivel interno existía un grave problema rural con inestabilidad y un estado de guerra permanente por la multiplicidad de partidas irregulares existentes abonadas por la miseria, las hambrunas y los guerrilleros. Las comunicaciones eran malas y peligrosas; el 17 de julio de 1817 por una Real Cédula se ordenaba  con el fin de fijar a la población que los que se iban a desplazar a más de cinco leguas (25km.) debían llevar pasaporte y se ordenaba al ejército que controlara la situación asunto arduo por el destrozo de casas y campos y la miseria generalizada. La guerra había mermado a la población en un millón sobre doce millones de población total. Junto al desastre del campo tenemos que señalar el desbarajuste con una Hacienda desorganizada, con problemas monetarios (vales reales, moneda francesa, cese de las remesas americanas de metales preciosos etc.). España no se libró de la depresión económica que  afectó a la Europa postnapoleónica y que durará como mínimo hasta 1843. Dice la profesora Pintos Vieites que la política económica "fue calamitosa y fracasó rotundamente"; los ministros de Hacienda se suceden sin una orientación clara  salvo el caso de Martín de Garay que intentó el saneamiento financiero equilibrando los gastos e ingresos e inició un plan para arreglar la deuda pública.






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