ALUMBRADOS, ILUMINADOS o DEJ(X)ADOS.

LOS ALUMBRADOS, llamados también iluminados o dejados era un movimiento espiritual heterodoxo del siglo XVI. Según Menéndez y Pelayo el origen del nombre está en la carta que fray Antonio de Pastrana envía a Cisneros y le dice que un fraile franciscano de Ocaña "alumbrado con las tinieblas de Satanás" había empezado a predicar una supuesta revelación por la que debía unirse con diversas mujeres santas para engendrar de ellas profetas.Considerados por la ortodoxia católica como herejes propugnaban la contemplación pura en la que, perdiendo el alma su individualidad, abismándose en la infinita Esencia, aniquilándose; llega a tal estado de perfección e irresponsabilidad que el pecado cometido entonces no es pecado (M. Menéndez y Pelayo). Los antecedentes de este movimiento en España están en el pseudomisticismo del priscilianismo y en la mística de los xaladíes  (sufismo) musulmanes. En el siglo XIII perdura a través de los albigenses catalanes y leoneses, los begardos, la secta de los fraticellos, llamados en España los herejes de Durango. En España la secta de los alumbrados surge entre 1510 y 1520 y fue muy perseguida por la Inquisición. En el siglo XVI  se recrudeció y se estimuló con la reforma protestante, el erasmismo, la corrupción de costumbres religiosas, la influencia de la mística alemana (Tauler, Suso, Eckart, Ruysbroeck etc.). En el siglo XVI en España se dieron muchos casos como la beata de Piedrahita, el grupo de la secreta congregación de dexados (extasiados) de  Toledo (1529) cuya principal dogmatizadora fue la beata Isabel de la Cruz asistida por el P. Alcázar; en Córdoba la monja clarisa sor Magdalena de la Cruz; las beatas de Llerena y Sevilla etc. que vivían en beaterios. Los alumbrados estuvieron protegidos por algunos aristócratas como el almirante de Castilla, el marqués de Villena o el Duque del Infantado; entre ellos había muchas mujeres, como las beatas pertenecientes a las terciarias franciscanas. Los alumbrados los  agrupamos en dos tendencias, los dejados, aquellos que se abandonaban totalmente a Dios para que los llenase con la gracia y los recogidos, los que practicaban el recogimiento.  Afirmaban que en el dexamiento o éxtasis (unión directa del individuo con Dios) se alcanzaba tal perfección que los hombres no podían pecar, que el alumbrado se entregaba o dexaba a Dios y no tenía que dar cuenta de sus actos a nadie, ni siquiera a Dios, de donde arranca la idea del quietismo absoluto, la ineficacia de los méritos propios, de la oración vocal, ayunos y abstinencias. Su objeto era el aniquilamiento de la propia voluntad y conseguir el éxtasis o dexamiento para lograr  el contacto directo con Dios prescindiendo de intermediarios como la iglesia oficial, ritos o prácticas. Esta doctrina tenía puntos de contacto con el franciscanismo (espiritualidad ávida de revelaciones), con el erasmismo (interiorización del cristianismo) o el luteranismo (la lectura directa de la Biblia). En 1525 la Inquisición condenó cuarenta y ocho proposiciones iluministas.

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