2.- LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL.
a) EL TRÁNSITO DE LA ILUSTRACIÓN AL LIBERALISMO. El reformismo ilustrado que tuvo auge en el reinado de Carlos III (1759-1788), con su sucesor Carlos IV (1788-1808) se frenó ante el miedo a la revolución (pánico de Floridablanca). Godoy al menos en sus deseos fue ilustrado y se rodeó de ellos (Cabarrús, Jovellanos, Saavedra, Urquijo, Meléndez Valdés...) pero no pudieron llevar a cabo un coherente programa de reformas por falta de apoyo y tiempo.
La Ilustración suponía un esfuerzo racionalizador de una sociedad y un Estado cuyas bases no se sometían a discusión según los principios absolutistas que sostenían los partidarios del "Antiguo Régimen" (absolutismo regio, división estamental de la sociedad, preeminencia del principio de autoridad etc.); pero con el paso del tiempo, el racionalismo y el criticismo abrieron paso a la idea de que era necesario sustituir el fundamento de la organización social y política del Antiguo Régimen, por planteamientos nuevos, o sea, sustituir la estructura sociopolítica cuyo fundamento se basaba en la auctoritas que venia de Dios y de aquí pasaba al Rey y a la nobleza, por otra con planteamientos nuevos, la ideología liberal, que partía del contrato social entre iguales (Rousseau) como base de poder, la división de poderes (Montesquieu) y el sometimiento de todos a la ley de acuerdo con el principio de que "todos somos iguales", no debe haber privilegios.
Las ideas de Montesquieu (Charles de Secondad, barón de Montesquieu) a través de Ibáñez de la Rentería o de Jean Jacques Rousseau por Cabarrúa etc. fueron cuajando en una nueva visión de la política, la sociedad o la economía. Ideas como la necesidad de una Constitución como base de la nueva estructura política; la idea de la representatividad del pueblo como único soberano o la defensa de las libertades individuales van a ir tomando cuerpo en la mente de muchos políticos y gobernantes que plasmarán, no sin dificultades, en la Constitución de Cádiz (1812).
a) EL TRÁNSITO DE LA ILUSTRACIÓN AL LIBERALISMO. El reformismo ilustrado que tuvo auge en el reinado de Carlos III (1759-1788), con su sucesor Carlos IV (1788-1808) se frenó ante el miedo a la revolución (pánico de Floridablanca). Godoy al menos en sus deseos fue ilustrado y se rodeó de ellos (Cabarrús, Jovellanos, Saavedra, Urquijo, Meléndez Valdés...) pero no pudieron llevar a cabo un coherente programa de reformas por falta de apoyo y tiempo.
La Ilustración suponía un esfuerzo racionalizador de una sociedad y un Estado cuyas bases no se sometían a discusión según los principios absolutistas que sostenían los partidarios del "Antiguo Régimen" (absolutismo regio, división estamental de la sociedad, preeminencia del principio de autoridad etc.); pero con el paso del tiempo, el racionalismo y el criticismo abrieron paso a la idea de que era necesario sustituir el fundamento de la organización social y política del Antiguo Régimen, por planteamientos nuevos, o sea, sustituir la estructura sociopolítica cuyo fundamento se basaba en la auctoritas que venia de Dios y de aquí pasaba al Rey y a la nobleza, por otra con planteamientos nuevos, la ideología liberal, que partía del contrato social entre iguales (Rousseau) como base de poder, la división de poderes (Montesquieu) y el sometimiento de todos a la ley de acuerdo con el principio de que "todos somos iguales", no debe haber privilegios.
Las ideas de Montesquieu (Charles de Secondad, barón de Montesquieu) a través de Ibáñez de la Rentería o de Jean Jacques Rousseau por Cabarrúa etc. fueron cuajando en una nueva visión de la política, la sociedad o la economía. Ideas como la necesidad de una Constitución como base de la nueva estructura política; la idea de la representatividad del pueblo como único soberano o la defensa de las libertades individuales van a ir tomando cuerpo en la mente de muchos políticos y gobernantes que plasmarán, no sin dificultades, en la Constitución de Cádiz (1812).
Comentarios
Publicar un comentario